Real Escuela de Santa isabel de Hungría 1896-1932
Traje de enfermera de la primera escuela de enfermeras de España,la de Santa Isabel de Hungría
creada por el doctor federíco Rubio Galí.
El quiso traer a nuestro pais una escuela dde enfermeras similar a las ya existentes en el mundo anglosajón y que, por aquella época eran modelo y guia de la enfermería por todo el mundo.
En el Reglamento para las enfermeras se dividía en dos, uno para enfermeras externas y otro para las internas. En el caso de las alumnas externas, recibían un Certificado de Aptitud como alumnas del Instituto Quirúrgico de Terapéutica Operatoria una vez terminados los dos cursos con el beneplácito de sus profesores.
Se exigía, para formalizar la matrícula, ser mayor de 23 años y menor de 43, o, siendo menores, licencia paterna, saber leer, escribir, sumar, restar, multiplicar y partir, estar sanas, vacunadas, ser aseadas y tener buenos modales y costumbres.
La formación que recibían era la siguiente: Nociones de higiene; higiene personal; nociones generales de infección y desinfección, el arte de la asepsis, el arte de manejar y cuidar a los enfermos; el arte de cocinar para los mismos; lavado y planchado; rapar, afeitar y amasar; el arte de curar asépticamente úlceras y heridas, y el arte de aplicar apósitos, vendajes, tópicos e inyecciones. El número de alumnas externas admitidas en esta primera promoción fue de 24, siendo preferidas las primeras inscritas más sanas y de mejores modos, y las internas 8, prefiriéndose, en este caso, las mujeres desamparadas, que recibían las mismas enseñanzas gratuitas que las externas, obteniendo, además, casa, vestido uniforme, asistencia a sus enfermedades y ración de la sobrante de los enfermos.
Como este nuevo modelo de enfermería sustituía, de alguna manera, a las Hijas de la Caridad, fue muy contestado desde algunas instancias poderosas en la sociedad de finales del siglo XIX, retirándole, en algunos casos, incluso las subvenciones. El Dr. Rubio y Gali quiso contestar a lo que él consideraba como una injuria, era un hombre de profundas convicciones religiosas, estableciendo un régimen de funcionamiento para las alumnas internas, incluso más dura que el establecido en los hospitales en los que prestaban sus servicios las Hijas de la Caridad.
Las alumnas internas, al inscribirse, contraían los mismos compromisos que las externas y, además, abstinencia de visitas, salidas del Hospital, relaciones exteriores, correspondencias, noviazgos y tocar moneda.
Una de las alumnas tenía que ser supervisora, en este caso fue Dña. Socorro Galán Gil, que jugaría el papel de contacto entre las alumnas y la superioridad, de control de los turnos, que serán diurnos y nocturnos, y del cumplimento de las prácticas cristianas e higiénicas siguientes. La primera enfermera del Instituto fue Salvadora D’Anglada, quién concluyó su vida profesional como matrona de la Casa Real
Se levantaban a las cinco de la mañana y mientras se vestían en el dormitorio común, rezaban el Bendito, el Padre Nuestro, la Salve y el Credo. Seguidamente se arrodillaban ante la imagen de Santa Isabel de Hungría y rezaban una oración previamente establecida. Acto seguido, pasaban al local de baños y, cada una en un departamento aislado, “tomarán un baño de lluvia, cubierta con un peinador y guardando su propia honestidad. Después de friccionarse brevemente, se vestirán y repartirán en sus respectivos servicios diciendo mentalmente: Como el agua lava el cuerpo, así las buenas obras laven mi alma y la libre de infección”
La Escuela, con estas normas de funcionamiento, inició su andadura el 1º de octubre de 1896 y prosiguió más allá de la muerte de su fundador el 31 de agosto de 1902, que fue enterrado en la capilla del Instituto y cuyos restos fueron rescatados por el Conde de San Diego, director en esa época del Instituto, y los nietos del Dr. Rubio, señores de Reixa. La última promoción concluyó los estudios en 1932.
Tuvo su espaldarazo legal en mayo de 1915 al publicarse la Real Orden de 7 de mayo (Gaceta de 21) por la que se aprueba el programa de los conocimientos que son necesarios para habilitar de enfermeras a las que lo soliciten, pertenecientes o no a Comunidades Religiosas. Posteriormente siguieron sus pasos la Escuela de Santa Madrona (Barcelona) que llegó incluso a enviar como emisario al Dr. Baltasar Pijoan para conocer su experiencia, posteriormente la Escuela de Cruz Roja de Madrid, y así sucesivamente.
Tribuna Sanitaria 31/08/2007